miércoles, 28 de marzo de 2012

Supuestos teóricos del proyecto


La importancia que adquieren hoy en día las emociones es fundamental, sobre todo en un espacio social donde se están sucediendo multitud de cambios y en donde se constata la enorme influencia que ejercen hoy en día las emociones sobre los procesos de aprendizaje. Es un hecho, la constatación de que los sentimientos y las emociones están presentes en cada momento de nuestras vidas y hoy en día es evidente, que los conocimientos académicos se adquieren mejor si los alumnos tienen motivación, iniciativa, confianza, responsabilidad, etc... Por todo ello, resulta imprescindible la presencia de las competencias emocionales en los procesos educativos desde las edades más tempranas.

Tradicionalmente, la educación se ha centrado en enseñar contenidos dirigidos al desarrollo cognitivo, olvidando en muchas ocasiones la dimensión afectiva y emocional, de ahí la necesidad de ocuparnos de este aspecto en la actualidad. Ahora bien, también hay que tener en cuenta que el hecho de preocuparse por el desarrollo afectivo y emocional, no implica que los niños por el mero hecho de crecer aprendan solos a desarrollar su competencia emocional, por lo que será importante abordar estos aspectos de manera que ayudemos a los alumnos a enfrentarse a la vida con los mecanismos y herramientas necesarias que le permitan actuar eficazmente, con ello contribuiremos, no sólo a formar personas competentes técnicamente sino también emocionalmente.

Fue Howard Gardner quien revolucionó el mundo educativo al introducir el concepto de inteligencias múltiples. Según éste, los indicadores de inteligencia como el CI, no explicarían totalmente la capacidad cognitiva, por lo que consideraba como parte fundamental la inclusión de la inteligencia interpersonal e intrapersonal, las cuales, serían imprescindibles estimularlas
desde la infancia.

Así mismo y a partir del surgimiento del término “inteligencia emocional” de Salovery y Mayer (1990) y difundido por Daniel Góleman, en la publicación de su libro “La inteligencia Emocional”, fue donde se dieron a conocer los datos necesarios que hacían indispensable incluir en el currículo escolar, la educación de las emociones desde la educación infantil, fomentando el
desarrollo de competencias emocionales.

Por otra parte también en el Informe Delors (1999, UNESCO), La Comisión Internacional sobre la Educación para el s. XXI propone cuatro pilares sobre los que basar la educación: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser, siendo los dos últimos los más necesarios para la desarrollar la competencia emocional y los que se van a trabajar desde una metodología activa y vivenciada.

En definitiva, si queremos que nuestros alumnos el día de mañana sepan movilizar los recursos cognitivos de los que disponen con eficacia y aprovechar su potencial de aprendizaje, será necesario iniciar esta tarea desde edades tempranas, creando las condiciones necesarias que les permitan afrontar su futuro con las herramientas y estrategias precisas.

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